Los Grand Slam son los torneos predilectos del circuito ATP. La cumbre del tenis profesional. Los que acaparan la mayor atención mediática. En ellos se reúnen las mejores raquetas del momento. Y cada uno tiene sus peculiaridades, esas que les hacen diferentes respecto al resto de ‘grandes’.

El Abierto de Australia, por ejemplo, es el primero del año y se juega en unas condiciones de calor extremas. A Roland Garros le puso ‘nombre’ un aviador y es el torneo de los españoles. Wimbledon es la tradición, el verde del All England Club y el blanco en las equipaciones de los jugadores. ¿Y el US Open? El US Open es el ‘rebelde’ del Grand Slam. ¿Quieres saber por qué?

El único que se ha jugado en las tres superficies

El Abierto de Estados Unidos es el único de los cuatro Grand Slam que se ha jugado sobre tres superficies diferentes. En sus inicios, y durante prácticamente un siglo (1881-1974), se disputó en hierba, al igual que sucedía y sigue ocurriendo en Wimbledon. Durante tres años (75-77), los organizadores decidieron cambiar a la tierra batida, pero no quedaron del todo satisfechos y, con el cambio de sede, implementaron la pista dura en la que se juega hasta el día de hoy, al igual que la de Australia, pero con ligeras diferencias.

La superficie en Nueva York es un acrílico mezclado con arena llamado DecoTurf, diferente al sintético de Australia, que hace que la pelota sea más viva y el tenis más rápido para favorecer el espectáculo.

Jimmy Connors, por cierto, es el único jugador en la historia en haber ganado el US Open en las tres superficies diferentes: sobre césped en 1974, sobre arcilla en 1976 y sobre acrílico en 1978.

Partidos de noche

Hasta 1975, ninguno de los cuatro grandes se había planteado la posibilidad de alargar la jornada vespertina. Fue el US Open el primero en hacerlo y convirtiéndolo en una de sus señas de identidad, con partidos que en alguna ocasión se alargan hasta la media noche. Bajo las luces, los partidos y jugadores toman otra dimensión. Como gladiadores en un coliseo.

Además, su pista central, el Arthur Ashe Stadium, cuenta con techo retractil desde el año 2016. Será ya la tercera edición del US Open donde la pista tiene la posibilidad de cerrarse si la lluvia hace acto de presencia. No será la única, ya que la segunda pista en importancia, el Louis Amstrong Stadium, lo estrenará en la presente edición del US Open.

Único Grand Slam con tie-break en el quinto set

En la última edición de Wimbledon, a raíz de las semifinales entre Kevin Anderson y John Isner, encendió un viejo debate: ¿se debería introducir el quinto set en el tie-break? Este ‘problema’, sin embargo, no existe Estados Unidos.

Al igual que ya sucede también en la Copa Davis, el US Open es el único torneo entre los cuarto Grand Slams donde el quinto set se decide en el tiebreak, en caso de que fuera necesario.

Aun así, se han dado encuentros épicos en Flushing Meadows, como la semifinal de 1992 entre el sueco Stefan Edberg y el estadounidense Michael Chang que duró cinco horas y 26 minutos.

Pionero en igualdad… y el que más paga

El US Open fue el primer Grand Slam en igualar el premio que obtenían los vencedores de las categorías masculino y femenina, que cobran lo mismo desde 1973. El año pasado, tanto Rafa Nadal como Sloane Stephens, se embolsaron la cantidad de 3,7 millones de dólares, el más alto en la historia del tenis.

Además, el US Open 2018 será el más rico en premios de la historia. Para esta nueva edición del último Grand Slam del año, el montante total destinado por la organización a premiar a los tenistas ha aumentado en torno a un 5% y será de 53 millones de dólares.

Por lo tanto, el campeón de este año se llevará un total de $3.800.000 dólares, el finalista obtendrá $1.850.000, aquellos que alcancen las semifinales se embolsarán $925.000, mientras que los ocho que se instalen en cuartos de final cobrarán $475.000.