La celebración esta pasada semana, disputada además muy cerca de aquí, de la eliminatoria de Copa Federación entre España y Paraguay ha vuelto a situar al tenis femenino de alto nivel en primera línea.

Este interés, ahora reforzado, no es ni mucho menos nuevo, pues se trata de una disciplina que ha dado muchas alegrías al deporte español. Y no hace falta remontarse a los años 20, cuando Lili de Álvarez, una de las pioneras, llegó tres años seguidos a la final de Wimbledon. Mucho más cerca, nombres como Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez o Virginia Ruano se han convertido en referentes durante épocas en las que las que se situaban entre las mejores del circuito.

Las victorias de Arantxa Sánchez Vicario en Roland Garros, su histórico número 1 o sus clásicos enfrentamientos con Steffi Graff, el hito de Conchita Martínez al coronarse vencedora en Wimbledon o los nueve torneos de Grand Slam de Virginia Ruano en dobles, disciplina en la que llegó a lo más alto del ranking, forman parte de la memoria deportiva colectiva.

Como lo son las nueve medallas olímpicas que suman entre las tres. O los cinco títulos de Copa Federación logrados entre 1991 y 1998, cuando hablar de tenis femenino era hablar de España. Un logro en la que ellas tuvieron mucho que ver y en el que también participaron otras jugadoras como Magüi Serna, Mª Ángeles Montolio, Mª Antonio Sánchez o Cristina Torrens.

De cara al gran público, la irrupción de Garbiñe Muguruza (no hay aficionado al deporte o, incluso sin serlo especialmente, que no la identifique ahora mismo) ha dado un nuevo impulso. Ella, junto a Carla Suárez, Lara Arruabarrena, Georgina García o la yeclana María José Martínez son los nombres a seguir ahora en busca de nuevas alegrías para sumar a una historia llena de éxitos.