En tenis se sabe cuando se empieza un partido, pero no cuando se acaba. Eso condiciona los factores alimenticios físicos, psicológicos y alimenticios de un jugador durante el transcurso de un encuentro. Pero lo que sí puede controlar un tenista, tanto profesional como aficionado, es la rutina alimenticia previa a un partido y durante los entrenamientos.

Por sus características de juego, practicar tenis es, fundamentalmente, un ejercicio anaeróbico (aunque no de forma exclusiva). La duración de los puntos es muy variable y se practica a un ritmo intenso entrando en juego la velocidad, la explosividad o la agilidad.

Para responder a esta exigencia, la alimentación de un tenista debe ser variada y equilibrada en alimentos y nutrientes. Y, como ocurre con cualquier deportista, la clave está en la constancia y en mantener esos buenos hábitos de manera continuada.

En la dieta recomendada, los hidratos de carbono son clave, ya que proporcionan la energía necesaria para realizar el ejercicio. Cereales como arroz, avena o quinoa o la pasta son alimentos siempre interesantes para aportar ‘combustible’. Lo mismo ocurre con las frutas y verduras que suman, además, vitaminas y minerales. Así mismo, es importante un consumo moderado de proteínas (aves, carne, pescado, huevo, lácteos, legumbres, frutos secos…) y evitar los alimentos procesados o las grasas saturadas. La hidratación también es fundamental.

Una vez clara la lista de alimentos, la siguiente pregunta que surge es cuándo tomarlos. Pues bien, todo depende del horario. En términos generales, podemos señalar que la última comida importante previa al momento en que vamos a jugar o a entrenar debe hacerse entre 2 y 4 horas antes para que el organismo tenga tiempo de asimilar los nutrientes ingeridos.