Octubre es el mes de la vuelta a las pistas de los niños y niñas que conforman las escuelas de tenis y pádel. Tras volver de las aulas, estos pequeños disfrutan bajo la atenta de mirada de nuestros entrenadores, profesionales con experiencia que les inculcan el deporte como una parte fundamental de su desarrollo físico y mental. Además de aprender a sacar, a darle a la bola o a adivinar los movimientos del contrario, los pequeños adquieren sin apenas darse cuenta una serie de valores que les marcarán en el futuro y que son claves para su desarrollo como personas.

Transmitirles estos valores es uno de los objetivos más importantes para Juancho Marín, coordinador de la escuela de tenis. Por las clases de este tenista han pasado infinidad de pequeños a los que siempre intenta “enseñarles lo mejor posible, tenerlos motivados y transmitirles el valor del trabajo, la disciplina y el respeto al entrenador y a sus compañeros”. Estas líneas de trabajo son también las de Amparo Saura, quien contrapone la dificultad de su tarea con lo gratificante que es “ver cómo crecen. Los conoces al inicio del curso y al terminar ves todo lo que han aprendido y evolucionado. Para mí eso tiene gran valor”, subraya. Esta entrenadora, con muchos años de experiencia a sus espaldas, mantiene el mismo objetivo cada vez que inicia el curso: hacer a sus alumnos mejores personas.

Estos valores no solo vienen inculcados por los entrenadores, sino que son intrínsecos a estos deportes. El pádel y el tenis son individuales, por lo que los jugadores deben enfrentarse por sí mismos a las dificultades que surgen en la pista. Verse solos ante el peligro es, para nuestro entrenador Juancho Marín, lo que les “prepara para la vida. A diferencia de otras actividades, no tienes un compañero que te ayuda, sino que la responsabilidad siempre es tuya. Eres tú el que se tiene que sacar las castañas del fuego y eso es un aprendizaje para siempre”.

Un deporte de superación

La mayoría de estos niños no descubren el tenis y el pádel cuando comienzan. La escuela de tenis, que tenía hace apenas unos años unos 250 alumnos, ha duplicado esta cantidad hasta casi el medio millar, lo que ha provocado que las clases sean ahora exclusivas para los miembros de nuestro club. Por ello, muchos de estos niños son hijos e incluso nietos de nuestros socios más veteranos, que han sabido inculcar, generación tras generación, la pasión por la raqueta y la pala.

Esta tradición familiar se complementa, en los últimos años, con el impulso que han provocado figuras como Rafa Nadal y, concretamente en la Región, el murciano Carlos Alcaraz. Tener referentes “motiva a los niños a practicar un deporte u otro. Son figuras en las que se miran y de mayor quieren ser como ellos”, apostilla nuestra entrenadora.

Entrenadores, padres y referentes conforman así un tándem perfecto que es la base de nuestras escuelas de tenis y pádel, donde las nuevas generaciones trabajan cada semana para convertirse en grandes tenistas y también en grandes personas.