«Le llamábamos el Gato. El Gato Morga», cuenta Florencio Soto al rememorar el estilo de juego de su compañero pero sobre todo amigo Pepe Morga.

«Pepe era muy habilidoso dentro de la pista, muy ágil. Tenía muy buena mano. Y como por su físico era ‘delgaducho’ y se movía muy rápido, todos le llamábamos el Gato Morga. Era un tenista de la vieja escuela«, añade el actual director deportivo del Murcia Club de Tenis, al que todavía se le hace raro no ver todos los días paseando por las instalaciones del club a una persona que conocía a la perfección desde hace más de 45 años.

Y es que Pepe Morga fue una de esas personas que dejaron huella en el Murcia Club de Tenis 1919. Por su juego, por su personalidad, por su carisma, pero sobre todo por su carácter: siempre amable y dispuesto a echar una mano cuando hiciera falta y en lo que fuera necesaria.

Generoso como pocos («si había que poner un euro, él era el primero en abrir la mano»), Pepe Morga pisó por primera vez el Murcia Club de Tenis siendo un chaval, con apenas 5 o 6 años. Y como tantos otros (ahí están sus compañeros de generación Pedro Valera, Pedro Martínez o Juan Herrera), lo hizo para ser recogepelotas. «Si acaso, recibiría alguna peseta y, entre partido y partido, ellos aprovechaban para coger cualquier raqueta y jugarse unas bolas. Cualquier momento era bueno», apunta Florencio Soto, quien recuerda perfectamente la primera vez que vio a Pepe Morga en persona.

«Fue en la inauguración del Club de Tenis de Torre Pacheco, en 1972. Yo tendría 12 o 13 años y él vino como jugador referente del MCT, junto a Pedro Herrera y unos cuantos más, a inaugurar el club. Ahí le vi por primera vez vez. Lo recuerdo con gran emoción porque yo era un chaval», rememora.

Por entonces, Pepe Morga ya destacaba como uno de los mejores jugadores de la Región. Con 13 años, fue subcampeón de la Copa Juvenia cayendo en la final ante Pedro Valera, un año mayor que él. Además, obtuvieron el triunfo en dobles formando pareja.

Con 15 años llegaron sus grandes triunfos, proclamándose campeón de Levante cadete y junior, redondeando sus logros con el torneo en esta categoría en dobles.

Su progresión llamó la atención de varios especialistas nacionales hasta el punto de que, en 1969, Pedro Massip, por entonces siete veces campeón nacional, se interesó en Morga para llevarlo al prestigioso Polo barcelonés. Pero el el presidente Páez salió al paso de la noticia para poner al alcance de las prometedoras raquetas locales los medios adecuados para evitar su emigración. Además, se llegó a un acuerdo municipal para resolver las necesidades expansivas del club con la cesión de nuevos terrenos (2.300 metros cuadrados más) por espacio de 30 años, de modo que pudieran construirse nuevas pistas y más instalaciones sociales.

El año 1971 comenzó con la buena noticia del ascenso a segunda categoría nacional de Pepe Morga, joven valor (18 años) del club, sumándose así a los cinco que lo consiguieron antes: Miguel Martínez, Ángel Fernández, José María Alfín, Pedro Valera y Juan Herrera.

Luego, solo unos años después, Florencio Soto tuvo la oportunidad de compartir pista con Morga ya como integrante del Murcia Club de Tenis y con aquella generación dorada.

«Yo venía de la residencia Joaquín Blume y, a pesar de que yo era unos años más jóvenes que ellos, todos me acogieron muy bien, especialmente Morga, al que como a mí le gustaba mucho competir».

Pepe Morga, en el centro de la imagen junto a Florencio Soto y Juan Herrera, posando en el Murcia Club de Tenis.

Pepe Morga, en el centro de la imagen junto a Florencio Soto y Juan Herrera, posando en el Murcia Club de Tenis.

Muchos de los éxitos de Pepe Morga en su etapa como jugador los conoció su hijo, José Antonio Morga, ojeando revistas y periódicos de la época o directamente a través de otras personas. «Para hacernos una idea de su forma de ser, él casi nunca me contó sus éxitos. Podía hacer alguna mención de pasada, sin otorgarle ninguna importancia, pero siempre era más de lo que él me contaba», apunta el mayor de los Morga, que recuerda a su padre como una persona «feliz» siempre que estaba en las instalaciones del club.

«El Murcia Club de Tenis era su primera casa, no la segunda, su primera casa. Él era feliz estando allí. Cuando trabajaba y, si tenía un rato libre, iba al club», añade. Unas palabras que corrobora Florencio Soto, que con el paso del tiempo fue forjando una relación personal muy cercana con Morga.

«Pepe tenía un carácter extraordinario. Si se cabreaba, lo hacía riéndose. Yo, por ejemplo, nunca tuve problemas con él y los pocos que tuve fueron por tonterías, y a las dos horas ya lo habíamos solucionado compartiendo una cerveza. Era imposible enfadarse con él«, apunta Soto.

Pepe Morga, en su etapa como jugador.

La pasión y el amor que Morga sentía por el tenis acabó trasladándose a su hijo, José Antonio, que a día de hoy trabaja como monitor del club en parte por seguir sus pasos.

«Mi padre empezó a compaginar sus torneos con su trabajo como monitor. Ahora, lo que yo hago con mis hijos, jugar con ellos entre clase y clase, es lo mismo que hacía yo con él cuando era un chiquillo. Lo recuerdo perfectamente».

Su hijo lo describe como una persona «para nada exigente y muy tranquila«. «Nos daba plena libertad para hacer lo que en quisiéramos en cada momento: jugar, ponerme de recogepelotas… No tenía esa exigencia por que yo jugara más. Todo lo contrario».

Antonio Saura: «Morga fue un hombre discreto, conciliador y amigo de sus amigos»

Antonio Saura, presidente del Murcia Club de Tenis 1919, corrobora todas estas opiniones sobre Morga: «Era una persona que huía de protagonismos, polémicas y enfrentamientos; todo lo contrario, hombre discreto, conciliador, simpático, afable y amigo de sus amigos que en estos últimos 5 años de su vida ha llevado con gran dignidad y entereza su proceso, relativizándolo al máximo y siempre con su sonrisa y media carcajada como primera reacción a cualquier pregunta o conversación. Tan solo de vez en cuando -y digo yo, ¡que menos!- me dejaba caer ‘¡…qué mala suerte…!’. Morga fue una excelente persona, más allá del tópico, amén de socio, jugador y profesor que estaba enamorado, como casi nadie, de su club, del Murcia Club de Tenis«.

La última etapa de Pepe Morga fue un reflejo de toda su vida ligada al Murcia Club de Tenis: colaborando en todo, participando en los torneos de veteranos, disfrutando de sus amigos, compartiendo momentos con sus familiares… y siempre con una sonrisa en la cara.

DEP.

Enlace –> Obituario Pepe Morga, en La Verdad, por Florencio Soto